A las ocho y media en punto salimos en el "coche de cinco parapentes" de Paco Mesa para el cursillo de lanzamiento y plegado de paracaídas en Teba. A esa hora, una veladura de vapores rasantes difuminaba la campiña a ambos lados de la carretera, como si el Creador hubiera dejado su obra a medio terminar, esperando a la tarde para dibujarla en todo su esplendor. Mientras desayunábamos en un ventorrillo, donde el padre se desvivía por ponernos las tostadas y el hijo domaba un potrenco alazán, me figuraba el lote de currar que se estarían dando Jota y los suyos montando el andamiaje.
Llegamos algo tarde pero a tiempo de enganchar con la clase teórica. Lo más interesante, cuándo tirar el paracaídas:
- Cuando una rotura grande del ala impide volar.
- Cuando hay una colisión con enredo.
- En una corbata importante que no se deslía y con inicio de barrena irrecuperable.
- En una cascada de incidentes, donde la situación empeora por momentos.
Segunda cosa, cómo tirarlo:
- Extrayéndolo del contenedor y dejándo caer, excepto si se parachuta sin viento, que entonces sí que hay que lanzarlo fuerte para que no lo atrape el parapente.
- Recogiendo el parapente antes de que se vuelva a inflar para evitar el "espejo", o liberándolo si se llevan sueltas rápidas.
El resto de la teórica, imprescindible recordarla por todo el que se cuelgue de un trapo. Igual que la técnica de plegado, que habría que rehacer en todo paracaídas una vez cada seis meses. Jota nos recuerda las dos técnicas, una en la que se abre más rápido, adivinen por cual opto yo, supervisado por Carlos López, de quien explotamos su condición de monitor en excedencia.
En la fila para saltar, ensayo continuo de la extracción. Con el contenedor ventral me cuesta llegar al asa por que está algo descolgado. Cuando me toca el turno, ya de los últimos, me quito de la cabeza el miedo interpretando el papel del valiente y trepo decidido al andamio, que empieza a temblar contagiado por mi pánico. Truco: centrarte en la colocación correcta del arnés, no parar, inspiración y soltar el aire de golpe a la vez que te dejas caer a plomo, como especialista de película de tiros alcanzado por el bueno. Esto sirve también para que no te duelan las agujas de acupuntura. A las chicas no les hace falta, solo sienten dolor cuando las planta el chulito de turno, mejor para ellas, el que solo les duela eso y el que las deje el susodicho. Todo lo que se ensaya sirve y saco el paraca antes de la primera oscilación y hago la simulación de recogida del parapente inmediatamente después.
Antes, ocurre algo preocupante: Luisma no consigue por dos veces sacar el paraca. En tierra también cuesta ¿Mal diseño, mala colocación…? luego lo resolvieron, pero es bueno que pase… en el cursillo. A Pablo Andreu se le coló por el acelerador -tampoco pudo abrir- pero en la situación real no hubiera sucedido.
Me alegró volver a ver a gente del curso de iniciación. Pablo el grande está recuperado, aunque se toma el reinicio con calma, hace bien. Beatríz Lamata, con constancia aragonesa -aunque no se de donde es- estaba allí, forjando una campeona contenida en los tarros pequeños de los buenos perfumes. El resto, casi nadie faltó a la cita.
El viejo Rouco no para de atosigar -con aparentes pretensiones deshonestas- a un cursillista por el que demuestra enfermiza fijación. Tengo un par de fotos que dejan constancia de ello. Enseguida ha surgido la teoría de la conspiración según la cual, Jota habría entrenado al perro para que "persuada" a todo el que no tiene seguro de vuelo que se lo saque, y ha hecho una demostración de fuerza con el colega. Yo lo tramitaré mañana mismo porque además de ser bueno, no creo que mis pantalones Quechua resistan la embestida del mixto lobo.
En la comida conozco a Sebastián, un ubriqueño que empezó a volar con 60 años y lo sigue haciendo a los 67, con dos…. Con ejemplos así no da miedo cumplir años. Nos enseña que, en un planeo sin viento y con una inclinación de espalda normal, si tomamos como referencia las rodillas, todo lo que está por debajo se puede alcanzar volando y todo lo que esté por arriba, no.
Los más inquietos se fueron para el Valle, espero que les haya ido bien. Los más tranquilos subimos al despegue de Teba sabiendo que hacía mucho viento. También hacía frío. Volvimos siguiendo la estela de un soberbio sol de invierno que remolonea ya en su puesta. Bajo su luz, el Creador pudo terminar su lienzo de ocres, blancos y verdes, donde hasta el azul del cielo siente celos de la tonalidad profunda de los olivos.