martes, 6 de marzo de 2012

Contestación de Josejax


Hola Isidoro, me alegra que estés volando.

Doy por hecho que tu anterior relato habla de este domingo pasado, lo comento porque el sábado estuve yo en capilla y no te vi.
Referente a "Capilla", siendo yo (también) un perfecto novato, quiero comentarte que por lo que he volado allí (tropecientas veces) que nunca, nunca en el despegue de Capilla, ni en el de arriba (pegado a la piedra), ni en el de abajo verás viento fuerte. Allí en Capilla no sirve de nada medir el viento, el viento allí es casi inapreciable, excepto cuando entre de derechas (Noroeste). Por lo que cuentas, el viento entraba un poco cruzado de izquierdas, (noreste), por eso el vuelo se hacia desde el despegue de Poniente.
Bueno, pues al tema: como el Sol no pega hasta las doce y media del medio día, pues el viento no asciende por la ladera por ello (la casi inexistencia de viento). Peor aún lo tenemos en el despegue de Poniente porque allí da la sombra hasta al menos las dos de la tarde. 
- ¿Que es lo que pasa allí?
Los que ya han volado bastante allí y conocen la zona saben que hasta que el Sol no caliente un poco el paisaje, el viento en los despegues es casi nulo, y el riesgo de "pinchar" es alto. No obstante te comento que aunque en el despegue no haya viento ¡¡¡ CUIDADO !!! porque arriba vienen en rachas de 40 a la más mínima.
Semanas atrás estuvimos volando allí (como de costumbre). Íbamos Ismael (de nuestro club Zero Gravity) y yo. Nos pusimos a volar e Ismael girando una térmica empezó con la deriva a sotavento y cuando quiso darse cuenta estaba a unos 30 metros tras de la. Por radio le avisamos que lo iba a coger el rotor y el aceleró su Winteck Ambar a tope, y lo pasó canutas, canutas para salir de ahí. De hecho, algunos parapentistas con mucha experiencia le dijeron por radio que si no andaba hacia adelante que se diese la vuelta y tirase hacia Málaga lo más rápido posible. (Pa cagarse por las patas del susto que pasaría) Tardó un buen rato en poder salir dándole a la vela una paliza como delataba su cara al aterrizar.
Sin más, aprovecho para recordarte que si vas al Valle, seguramente me veas por allí, y si quieres tomar tapas con buena cantinera (sin pelos en sobacos y bigote), pues gustosamente estaría encantado de aconsejarte o acompañarte.
PD. El domingo volamos en Loja, porque sabíamos que Capilla se iba a "enchufar" demasiado.

lunes, 5 de marzo de 2012

La vieja Artax

Dos semanas de penitencia (régimen de adelgazamiento y ratos de campa) me permiten matar la mala conciencia de volver a volar después del hardazo (de "hard", duro en inglés, por lo duro del suelo) de Montellano. A las nueve y media de la madrugada formamos la Patrulla Triana, compuesta esta vez por Carlos, Andrés, Rafael, Nicolás -que reaparece en los ruedos- y un servidor, y pusimos norte para el Valle, saltándonos Teba muy a pesar de alguno. También nos dejamos atrás una magnífica venta en la quincuagésimo tercera curva -máh o menó- entre Antequera y el Valle, por lo que llegamos al despegue de Capilla con lo puesto.

Arriba, viento flojito y algo cruzado de la izquierda. Lo más extraño es que no había ni un piloto local en el sitio, alguien dijo que hasta las dos no llegaban. Pasada esa hora, y con la sola compañía de dos alemanes, el viento se animó un poco y comenzaron los despegues. Los tres que me precedieron se perdían por la derecha y al poco rato se les veía la mar de altos. Salí yo, con una maniobra impecable, todo hay que decirlo, y seguí la estela de los otros, pero... cuando me di cuenta me había metido en la fuga -a aquella ladera le faltan trescientos metros por su lado este- y me encontré clavado y bajando. Metiendo medio acelerador, primero conseguí evitar los matorrales -librándome del alias de "el jabalí de Capilla"- después sobrepasé las encinas, luego conseguí superar los olivares, y cuando me veían cayendo en las ruinas de un cortijo, una ascendencia misericorde me dejó justo al lado del coche, en un fraudulento aterrizajes de precisión.

Los demás iban de vuelacos, menos los teutones, que tampoco tardaron mucho en bajar y alguno se pasó el campo y terminó donde Cristo perdió el mechero. Uno de los nuestros se fue para la ladera vecina. Decidí que aquello  no quedaba así y, con más moral que el Alcoyano, empaqueté mis bártulos y tiré cuestarrón arriba, con el pasito lento de los zombis cuando van de recogida. Y llegué, ya lo creo que llegué, y descansé y preparé el equipo y cuando estaba a punto de despegar... me llama Carlos diciendo que abajo el viento está muy fuerte, que mejor que no salga y que baje el coche.Y que hice: recoger en coliflor- bueno, más bien en bata de cola- y bajar el coche agradeciendo la advertencia ¡arrastrones no por ahora, por favor!

La patrulla, buscando vientos favorables, se trasladaba a poniente ¡Vaya acierto! Uno de los lugares más bonitos que he visto para volar. El paisaje es una continua disputa entre la tierra de la campiña y el agua de los pantanos, aquí gano yo y te formo una península, allí podéis vosotros más y plantáis un golfo. Y en medio el sol, avivando los colores de una y plateando la superficie de los otros.

El despegue, con viento justito, perfecto. Los demás también, especialmente Nicolás que a pesar de llevar un año en tierra, vuela como si fuera ayer mismo cuando guardó su vela. Verle tan en buena forma física me quita el complejo de "demasiado viejo para volar". Tras salir, subo tal que en las escaleras del Corte Inglés y supero el farrallón de la izquierda a la segunda vuelta y después el de la derecha, que es más alto. Me sitúo casi a 1100 y me mantengo en la vertical de las crestas, tratando de deleitarme con la panorámica entre giro y giro. Hago fotos y grabaciones de vídeo y no me canso de admirar todo lo que alcanza la vista. En una de las aproximaciones al extremo este noto que el viento está algo fugado y fuertecito. Me quedo clavado otra vez. Meto acelerador a fondo y aproo hacia la zona de aterrizaje. Los demás, o más viejos o más listos, se concentran en el extremo oeste, donde el viento está mejor enfrentado. Forman una bella estampa, con el celeste de un cielo parcheado de nubes algodonosas sobre un horizonte incierto a modo de telón de fondo. Si ninguna prisa, como si Eolo quisiera espantar mis miedos a los rebufos del páramo, mi vieja Artax me fue llevando hasta donde debía, y, giro va giro viene, me aproxima al lugar preciso, igual que esos borricos que marchan con el dueño dormido a sus lomos. Nadie supo que aterricé en el camino y junto al coche de pura chamba y quedé genial. Andrés, encantado con su nueva vela -vela casi nueva- y Nicolás son sus nuevos vuelos. Tó er mundo contento.

Cenita de tapitas a sesenta centimitos y buena tertulia. Faltó una cantinera guapa, o en su defecto un camarero simpático. No todo puede ser perfecto. A la vuelta, hora y media de camino que dan para una buena charla y algunas confidencias. Cómo decía aquel, a los casados -o que lo han estado- no hay que explicarles ná y los solteros no lo entenderían.

FOTOS DE CARLOS LÓPEZ: