viernes, 31 de agosto de 2012

Profanando el espacio-tiempo

Este jueves volví a la carga en compañía de Gastón, empeñado en cogerle confianza a la Ellus 4. No empecé del todo bien, pues me obstiné en inflar de frente cuando el viento estaba cruzado y tuvo que corregirme un colega para salir. El vuelo no solo transcurrió sin problemas si no que por primera vez me he acercado a los 1500 cuando el techo era de 1850, que es lo que alcanzó Gastón. Mientras yo trataba de centrar térmicas, que ya me va saliendo, el susodicho revoloteaba por el escenario aéreo como niño inquieto, lo mismo estaba subiendo a lo máximo que bajando haciendo helicópteros o barrenas. Yo, a lo mío, me atreví un poco por el valle, coqueteé con la piedra y anduve arriba  abajo varias veces. Unas nubes altas tapaban el sol por momentos, avisando de que el verano se termina. Desde el aire observé al tercer biplaza de la tarde, una niña de apenas 4 añítos que habría los ojos como platos viendo empequeñecerse el montículo donde habían quedado sus padres. 

Tras una hora de vuelo, me fui para mi aterrizaje privado, donde me posé abusando del airbac, a 4 metros del espacio que tengo desbrozado para plegar, justo en el camino que atraviesa la zona de las ruinas que está más cerca del aterrizaje oficial.  Desde este aterrizaje, unos cirros ajironados y enrojecidos daban calidez al cielo azul perfecto de la tarde, mientras un colega local explicaba con todo detalle un cross de los que entusiasman a alguien aburrido de volar.

En la cervecita posterior Edén Robledo me contó su alucinante historia.

Profanando el espacio tiempo

Ya pasé de los cuarenta, pive, y mi mujer me va dos años atrás. Está que no para con que es hora de tener un bebé y yo, que se lo que es eso de antiguo, me resistí hasta ahora pero últimamente me resultaba difícil negarme. Cómo último subterfugio, agarré y le dije que la dejaría preñada con la condición de que el niño fuese concebido en el aire, pues la tierra es un lugar contaminado por la maldad humana. -Vos estás loco, boludo. Si querés un lugar puro, esterilizo el dormitorio ¿donde me quieres coger? - Lo tengo todo pensado, chavita. Voy a modificar la silla del pasajero del biplaza y haremos el amor allí arriba, volando, a la luz de la luna, bajo las estrellas.... - Se te salió un patito de la fila, pirado, la estás chingando. - Pues es lo único que me motiva, cielito, ya sabes que últimamente anduve un poco remolón.

La noche era perfecta, la luna estaba pletórica y una brisa moderada aseguraba el vuelo. Ella llevaba puesto como única prenda un vestido vaporoso que acomodó adecuadamente en la silla que yo había preparado para la ocasión. Despegamos en una rafagita y enseguida llegamos a una altura de seguridad. -Y ahora mi amor, tomá los mandos que mis manos son solo para vos. La fui dirigiendo en el pilotaje con la voz mientras recorría su terso cuerpo hasta donde alcanzaban mis brazos. - Gira un poquito a la derecha ¡Ah! Ahora a la izquierda ¡Ahh! Frena un poquito ¡Ahhhh! Un poquito más ¡Ahh, ahhh, ahhhh! - ¡Sííííííííí! Gritó ella tirando de los frenos a fondo hasta meter el ala en pérdida. - ¡Cuidado, no, soltá, soltá los frenos!, le grité yo, lo que hizo bruscamente provocando que cayeramos dentro de la vela haciendo el temido caramelo. Empezamos a descender violéntamente envueltos en el trapo, abrazados los dos y esperando un impacto mortal inminente. 
Cuando ya deberíamos habernos estrellado comenzamos a notar a través de las telas un resplandor rojizo que se fue haciendo cada vez más intenso y a sentir más y más calor, pero seguíamos vivos. Pasado un tiempo indefinido, el resplador se fue atenuando y la temperatura nomalizándose, hasta sentir otra vez fresco. Entonces ocurrió cosa inexplicable. Una corriente de aire desenredó el parapente que empezó a volar de nuevo, como si nada hubiera ocurrido, pero ahora era de día y el paisaje, desconocido. A nuestra derecha, algo increíble. Una enorme cometa de seda y bambú, sujeta al suelo por una largisima cuerda, era pilotada, si eso era pilotar, por un individuo al que acompañaba una mujer, igual que nosotros. Vestían túnicas de flores y él se recogía el pelo en una trenza. El piloto, también sorprendido, nos hizo señales de que aterrizaramos y así lo hicimos, mientras él bajaba, jalando de la cuerda.

En tierra nos percatamos por sus vestidos y rasgos faciales de que eran chinos. Se acercaron haciendo reverencias y nos dijo algo que no entendimos, hablaría en mandarín. -¿Hablas español, por casualidad? le respondí yo -Pol casualidad no, polque he estudiado la lengua de Celvantes, amigo. Si tu hubielas estudiado la de Confucio, ahola estalíamos hablando en mi idioma. Soy Feng Zhao, científico al selvicio de su majestad impelial Kangxi, y ella, mis esposa, Xiang. Toma y mila, esta es la imagen del empeladol. Dijo dándome un grabado. Pelo, cuéntame, quienes sois y que os ha pasado. Y que estlaño apalato voladol es este. Le informé de quiénes eramos y le relaté todo lo que nos había ocurrido con detallel. Él me miró sorprendido. - Pol fin ha sucedido. Hemos plofanado el espacio-tiempo. Vosotlos vivís en el 2012 y nosotlos en el 4.397, que es le año 1700 según vuestlo calendalio. En el momento que habéis culminado vuestra unión sexual en pleno aile pulo a la luz de la luna se ha abielto un túnel espaciotempolal que ha unido la España del Siglo XXI con la China del XVIII, polque justamente mi esposa y yo estábamos haciendo lo mismo, solo que a plena luz del día. - ¿¿¡¡También estabais echando un polvo subidos a esa cometa!!?? - Tlatando de concebir a nuestlo hijo en un ambiente pulo, quelido. Y hemos debido llegal al culmen justo en el mismo instante que vosotlos. Pol eso se ha ploducido este fenómeno. Como han descubielto el bosón de Higgs, pasan estas cosas. -¿Y ahora, cómo volvemos a casa, a nuestro mundo, a nuestro tiempo? le dije a Feng, desesperado. -Solo se me ocule lepetid el ploceso. Nosotlos colabolalemos gustosos, ¿veldad quelida Xiang? A lo que ella asintió con una sonrisa picarona.

Así que ellos se elevaron en su cometa y nosotros, con nuestro biplaza, subimos a una loma bien orientada y tras ganar altura empezamos nuestro rito amoroso, mientras los chinitos hacían lo propio. Volvimos a meter el ala en pérdida, caímos dentro y, tras volver  a pasar por el túnel y salir a la superficie de nuevo, se desenredaron las telas y empezamos a volar otra vez,  bajo la luz de luna de Algodonales. En el aterrizaje pensé que todo había sido un sueño pero me sacó de dudas el retrato que tenia en mi bolsillo, desde donde un adusto señor oriental nos contemplaba con severidad. 

Nunca se sabe, puede que sea verdad, cuando se trastocan las leyes esenciales de la física... al bosón de Higgs, mejor ni tocarlo.

martes, 28 de agosto de 2012

SIV gratuito e indeseado

Seis vuelos he hecho desde que comenté el de la entrada anterior y ha habido de todo. Lo más relevante, el cambio de vela con un estreno casi dramático. Empecemos por el principio.  El miércoles 15, creo recordar, coincidí con Gastón en el Mogote, en un día que prometía poco. Le saqué dos vuelos a mi ala anterior, dando por finalizado su uso por mi parte. Uno de mañana y otro de tarde, fueron normalitos, una experiencia más. Gastón voló como quiso, tanto con esa vela modelo perroflauta -con pintadas- como con la otra, una invitación al suicidio que no la quiso ni el que la estrenó, con la que subió, se fue, volvió y bajo al antojo de sus cojones.
El viernes siguiente estrené mi nueva Ellus 4 -Sol- de un color amarillo y rojo España que ya le gustaría a algún colega. Es bonita, sí, y llamativa. Esperé a la tarde y bajo la supervisión de Andrés  -Valiente- la instalé. Sorprende lo estrechas que son las bandas y las bocas. También la extraña combinación de tejido rígido y pequeñas ballena que refuerzan las entradas de aire. Al segundo intento -en el primero se me adelanta- despego bien y hago un vuelo de prueba no muy largo, notando con placer la agilidad en el manejo. No había turbulencia y me sentí seguro con el nuevo equipo.
Pablete Andreu infla y Andrés preinfla

El siguiente sábado fue de los más calurosos del año y se anunciaban techos de hasta 4000. Confiado del día anterior, despegué en plena canícula y enseguida vi que el comportamiento no tenía nada que ver con el del primer vuelo, ni la atmósfera tampoco. Rafael Canalsur ya me había avisado de que no estaba bien para despegar, pero ignoré su advertencia. Nunca he sentido tantos zarandeos, latigazos, columpiadas y todo tipo de movimientos tan violentos como inesperados. Antes no me preocupaban, presumía de aguantarlos bien, pero ahora empezaba a tenerles miedo. A la par, comenzaron las plegadas. Los estabilos se metían y no salía solos, las asimétricas se hacían notar cada vez más, aunque salían solas, y en una ocasión escuche unos trallazos en la vela y una brusca perdida de presión y altura. Leo me comentó después que vio el trapo totalmente colapsado y que este se infló de nuevo solo. 
Lo peor estaba por llegar. Volando cerca de la piedra de norte, de pronto sonó otro trallazo arriba e inmediatamente vi la vela arrugada delante y debajo. A continuación empezamos a girar, como si el centro de giro estuviera en medio de los cordinos, de modo que solo veía las rocas del fondo, tras la vela, o el horizonte, todo seguido, según el momento del giro.  Igual que si estuviera en mitad de un remolino. Pensé que el ala tenía que salir sola y así ocurrió tras cuatro vueltas, sin que yo hiciera a penas nada. Tenía una corbata, que pude quitar facilmente. Tuve mucha suerte, pues la altura cerca de la ladera norte no era mucha. Deseando aterrizar, me dirigí a las ruinas ´-donde acostumbro a tomar tierra ahora- y todavía hubo tiempo de hacer otra plegada asimétrica con desviación de 90º, tengo que aprender a controlarlas. Por radio, Luisma comentaba que el aterrizaje estaba pésimo y peligroso, pero tuve suerte de nuevo y, aunque me columpió otra vez cerca del suelo, pude aterrizar bien, pues ya había cobrado bastante, pagas extra y casi finiquito incluidos. En definitiva, hice todo lo que se hace en un curso de simulación de incidentes en vuelo -SIV- en un rato y sin pagar un duro.
Comentando el caso de los giros que yo creía que eran una especie de SAT, el Holadrés, que volaba cerca, pensaba que me había metido en la confluencia de dos térmicas potentes y Pablete que más que un SAT, podría ser una barrera plana. En cualquier caso, fue un tremendo error haber salido el día más turbulento del año y la segunda vez que volaba el ala. La ignorancia, el exceso de confianza y la soberbia forman un cóctel letal. Creo que a pesar de todo, la Ellus 4 se ha portado bien y me ha sacado de donde yo me había metido. Sin duda,  en los problemas que tuve influyó que la llevara muy suelta de frenos.
Leo sube y Andrés espera
Fue el día que Luis "lagartija" se lesionó la espalda en un aterrizaje violento al final de un cross. Por fortuna, Rafael Canalsur hizo un largísimo vuelo -casi llega a Teba- sin novedad, al igual que Andrés, que decidió aterrizar en un campo militar junto a Ronda y tuvo que contarle la aventura a toda la cadena de mando, uno a uno, desde el soldado al comandante, hasta que le permitieron abandonar las instalaciones. Los demás aprovecharon lo mejor que pudieron el excepcional día.

Después he realizado dos vuelos "quitamiedos", al final de la tarde y con el freno cerca de los mosquetones. El de este martes 28 ha estado bien, subiendo 400 sobre el despegue, pero todavía huyendo de la cercanía de la ladera, por temor a una pérdida brusca de altura, y con algo de miedo, llamémosle prevención.

La aventura del SAT ha sido tan intensa que me he erigido en protagonista y no he escuchado ninguna de las extraordinarias historias que últimamente me confian los colegas.