martes, 28 de agosto de 2012

SIV gratuito e indeseado

Seis vuelos he hecho desde que comenté el de la entrada anterior y ha habido de todo. Lo más relevante, el cambio de vela con un estreno casi dramático. Empecemos por el principio.  El miércoles 15, creo recordar, coincidí con Gastón en el Mogote, en un día que prometía poco. Le saqué dos vuelos a mi ala anterior, dando por finalizado su uso por mi parte. Uno de mañana y otro de tarde, fueron normalitos, una experiencia más. Gastón voló como quiso, tanto con esa vela modelo perroflauta -con pintadas- como con la otra, una invitación al suicidio que no la quiso ni el que la estrenó, con la que subió, se fue, volvió y bajo al antojo de sus cojones.
El viernes siguiente estrené mi nueva Ellus 4 -Sol- de un color amarillo y rojo España que ya le gustaría a algún colega. Es bonita, sí, y llamativa. Esperé a la tarde y bajo la supervisión de Andrés  -Valiente- la instalé. Sorprende lo estrechas que son las bandas y las bocas. También la extraña combinación de tejido rígido y pequeñas ballena que refuerzan las entradas de aire. Al segundo intento -en el primero se me adelanta- despego bien y hago un vuelo de prueba no muy largo, notando con placer la agilidad en el manejo. No había turbulencia y me sentí seguro con el nuevo equipo.
Pablete Andreu infla y Andrés preinfla

El siguiente sábado fue de los más calurosos del año y se anunciaban techos de hasta 4000. Confiado del día anterior, despegué en plena canícula y enseguida vi que el comportamiento no tenía nada que ver con el del primer vuelo, ni la atmósfera tampoco. Rafael Canalsur ya me había avisado de que no estaba bien para despegar, pero ignoré su advertencia. Nunca he sentido tantos zarandeos, latigazos, columpiadas y todo tipo de movimientos tan violentos como inesperados. Antes no me preocupaban, presumía de aguantarlos bien, pero ahora empezaba a tenerles miedo. A la par, comenzaron las plegadas. Los estabilos se metían y no salía solos, las asimétricas se hacían notar cada vez más, aunque salían solas, y en una ocasión escuche unos trallazos en la vela y una brusca perdida de presión y altura. Leo me comentó después que vio el trapo totalmente colapsado y que este se infló de nuevo solo. 
Lo peor estaba por llegar. Volando cerca de la piedra de norte, de pronto sonó otro trallazo arriba e inmediatamente vi la vela arrugada delante y debajo. A continuación empezamos a girar, como si el centro de giro estuviera en medio de los cordinos, de modo que solo veía las rocas del fondo, tras la vela, o el horizonte, todo seguido, según el momento del giro.  Igual que si estuviera en mitad de un remolino. Pensé que el ala tenía que salir sola y así ocurrió tras cuatro vueltas, sin que yo hiciera a penas nada. Tenía una corbata, que pude quitar facilmente. Tuve mucha suerte, pues la altura cerca de la ladera norte no era mucha. Deseando aterrizar, me dirigí a las ruinas ´-donde acostumbro a tomar tierra ahora- y todavía hubo tiempo de hacer otra plegada asimétrica con desviación de 90º, tengo que aprender a controlarlas. Por radio, Luisma comentaba que el aterrizaje estaba pésimo y peligroso, pero tuve suerte de nuevo y, aunque me columpió otra vez cerca del suelo, pude aterrizar bien, pues ya había cobrado bastante, pagas extra y casi finiquito incluidos. En definitiva, hice todo lo que se hace en un curso de simulación de incidentes en vuelo -SIV- en un rato y sin pagar un duro.
Comentando el caso de los giros que yo creía que eran una especie de SAT, el Holadrés, que volaba cerca, pensaba que me había metido en la confluencia de dos térmicas potentes y Pablete que más que un SAT, podría ser una barrera plana. En cualquier caso, fue un tremendo error haber salido el día más turbulento del año y la segunda vez que volaba el ala. La ignorancia, el exceso de confianza y la soberbia forman un cóctel letal. Creo que a pesar de todo, la Ellus 4 se ha portado bien y me ha sacado de donde yo me había metido. Sin duda,  en los problemas que tuve influyó que la llevara muy suelta de frenos.
Leo sube y Andrés espera
Fue el día que Luis "lagartija" se lesionó la espalda en un aterrizaje violento al final de un cross. Por fortuna, Rafael Canalsur hizo un largísimo vuelo -casi llega a Teba- sin novedad, al igual que Andrés, que decidió aterrizar en un campo militar junto a Ronda y tuvo que contarle la aventura a toda la cadena de mando, uno a uno, desde el soldado al comandante, hasta que le permitieron abandonar las instalaciones. Los demás aprovecharon lo mejor que pudieron el excepcional día.

Después he realizado dos vuelos "quitamiedos", al final de la tarde y con el freno cerca de los mosquetones. El de este martes 28 ha estado bien, subiendo 400 sobre el despegue, pero todavía huyendo de la cercanía de la ladera, por temor a una pérdida brusca de altura, y con algo de miedo, llamémosle prevención.

La aventura del SAT ha sido tan intensa que me he erigido en protagonista y no he escuchado ninguna de las extraordinarias historias que últimamente me confian los colegas.

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