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Luisma testea en tierra la nueva vela de Acro de Pablo |
El jueves toca vuelo de entrenamiento, destinado primero a seguir perdiendo el miedo, segundo a conocer mejor la vela y tercero a seguir practicando el centrado de térmicas. Para el primer y segundo objetivos, terapia de choque. Si hay miedo a las turbulencias, pues a volar con aire guarrete. No ha sido de los peores pero la vela ha dado alguna espantada que he reprimido con rienda tensa. He tratado de girar todo lo que se parecía a una términa, de 0.1 para arriba, y cuando me cansé, para descender tuve que rehuir los sitios donde giraban los pajarracos, pues de no haberlo hecho hubiera seguido volando hasta el añochecer. Ensayo orejas, que son o grandes o nada y hay que bombear bastante para sacarlas.
Pedrete Andreu prueba su nueva vela de Acro, un trapo de 22 metros que gira solo con pensarlo de nerviosa que es. Al final de la sesión lo veo hacer una barrena y un SAT como si la conociera de toda la vida. Gastón y Luisma, cada uno a su nivel, andan con los helicópteros -parecía el ataque de Apocalypse now, solo faltaba la Walkiria- y con los HÁA, una variante algodoleña del SAT. Los giris, como aves migratorias sin peligro de extinción, empiezan a volver a Algodonales. Se nota que va a cambiar la estación.
Pedrete Andreu prueba su nueva vela de Acro, un trapo de 22 metros que gira solo con pensarlo de nerviosa que es. Al final de la sesión lo veo hacer una barrena y un SAT como si la conociera de toda la vida. Gastón y Luisma, cada uno a su nivel, andan con los helicópteros -parecía el ataque de Apocalypse now, solo faltaba la Walkiria- y con los HÁA, una variante algodoleña del SAT. Los giris, como aves migratorias sin peligro de extinción, empiezan a volver a Algodonales. Se nota que va a cambiar la estación.
Andrew Brave, en un rato de relajo, me cuenta... El caso del parapentista evanescente
Hace tiempo, me llamó confidencialmente el teniente Pinillos, que recordaba mi fortuita participación en el caso de parapentista desnucado, para pedirme que colaborara con el capitán Toledo, destinado en la sede de la 4ª Zona de la Guardia Civil. Acudí al cuartel de Eritaña, en Sevilla, donde me recibieron de inmediato dos oficiales.
-- Soy el capitán Toledo. Le presento al teniente Aguilera de Asuntos Internos.
-- Encantado, Andrew Brave para servirles.
-- Gracias -contestó Toledo-. Antes de empezar, le ruego que lea y firme este compromiso de confidencialidad.
-- Lo firmaré sin leerlo -dije signando el documento-.
-- Gracias de nuevo. Pertenezco -continuó el capitan- al OPSIVE, la oficina que coordina el Servicio Integrado de Vigilancia Exterior que tiene, entre otros cometidos, detectar las embarcaciones que tratan de pasar el estrecho con contrabando o inmigrantes ilegales.
-- Ya -le interrumpí- los de los radares móviles de las costas, no los de las carreteras.
--Entre otros dispositivos -me aclaró-. El problema es que se ha producido una fuga de información importante desde mi oficina y aunque tenemos identificado al autor de la sustracción no podemos demostrarlo.
--Entre otros dispositivos -me aclaró-. El problema es que se ha producido una fuga de información importante desde mi oficina y aunque tenemos identificado al autor de la sustracción no podemos demostrarlo.
--¿Podría saber de que información se trata?
-- El cuadrante para todo el mes con los turnos y puestos de vigilancia asignados a los guardias que controlan los radares móviles. Con estos datos, las mafias pueden localizar a algún agente corrupto y alijar en su turno. Esta información al detalle no la tienen ni los propios guardias hasta poco antes de empezar el servicio. La mayoría somos íntegros pero en todas partes hay algún garbanzo negro.
-- No entiendo en que les puedo ayudar.
-- Le explico -dijo Aguilera-. El sospechoso es Julián Merino, un cabo que ha estado destinado en la OPSIVE como experto informático y que recientemente fue expulsado por conducta impropia.
- -¿Y eso? -pregunté sorprendido.
-- Se enamoró perdidamente de una joven marroquí, bailarina de danza del vientre y menor de edad. Pensábamos que la chica trataba de inducirlo a robar información en beneficio de las mafias, como finalmente ha sucedido.
-- Sigo sin entender en que puedo serles útil.
-- Medios, motivos y oportunidad -aseveró el capitán-. Cuando el cabo fue expulsado, se le retiraron los pases de acceso y se ordenó encarecidamente al servicio de vigilancia que le impidiera la entrada. El perímetro está vigilado al igual que los muros externos, con cámaras infrarojas. A pesar de todo, hace dos días descubrimos que alguien había grabado un CD con la información reservada en el ordenador principal. Fue a las 3.30 de la madrugada y se usó el código de acceso del General de la Zona. Estamos seguros de que fue Julián Merino. Resulta que es un avezado escalador, además de paracaidista y parapentista. Sospechamos que penetró desde la azotea, pero necesitamos descubrir como lo hizo y probarlo.
-- Medios, motivos y oportunidad -aseveró el capitán-. Cuando el cabo fue expulsado, se le retiraron los pases de acceso y se ordenó encarecidamente al servicio de vigilancia que le impidiera la entrada. El perímetro está vigilado al igual que los muros externos, con cámaras infrarojas. A pesar de todo, hace dos días descubrimos que alguien había grabado un CD con la información reservada en el ordenador principal. Fue a las 3.30 de la madrugada y se usó el código de acceso del General de la Zona. Estamos seguros de que fue Julián Merino. Resulta que es un avezado escalador, además de paracaidista y parapentista. Sospechamos que penetró desde la azotea, pero necesitamos descubrir como lo hizo y probarlo.
La sala del ordenador estaba cerrada con una puerta que necesita tarjeta y clave, ninguna dificultad para Merino, un hacker actuando desde dentro. Podría haber clonado la tarjeta tras un pase previo por el lector y obtenido una clave grabando las pulsaciones con una microcámara colocada dentro de la lámpara del techo. El acceso al ordenador lo conseguría con el código previamente robado tras lograr consultar el registro de los mismos, todo ello antes de que lo despidieran. Para llegar al pasillo de la oficina había forzado finamente la cerradura de una ventana que daba a un patio interior. Por lo tanto, había entrado y salido por el techo.
La azotea era amplia y larga, con varios ojos de patio, uno de ellos para la parte de oficinas. Observando atentamente, descubrí junto la pretil de la cara este varios trocitos de lo que parecía un sedal de pesca finísimo y otro algo mayor de una especie de film de envolver alimentos, muy resistente.
- ¿Encontraron algo que les llamara la atención en la azotea, mi capitán? -le pregunté a Toledo-.
- En la azotea no, pero en el ojo de patio apareció una bombona metálica vacía de las que usan para inyectar CO2 y presión a la cerveza, y el encargado de la cantina dijo que no era suya -contestó el teniente Aguilera.
- ¿Podríamos consultar por internet la dirección del viento la noche de la intrusión?
- Aquí está, de suroeste, dijo Toledo.
-Creo que ya se como entró en el cuartel. El tal Merino sabía pilotar algo más que parapentes. Mande analizar, por favor, el resto del gas que pueda quedar en la bombona, creo no encontraran rastro de CO2.
Merino confesó finalmente el modus operandi. Necesitó un torno de arrastre de parapentes de los que se conectan al enganche del coche, un equipo básico de escalada, unas buenas tijeras y dos artilugios de fabricación artesanal. Usando film de propileno transparente de alta resistencia, confeccionó un parapente usando de patrón otro previamante descosido, uniendo las piezas por termofusión. Sustituyó los cordinos por sedales de pesca. Del mismo material fabricó un globo lo suficientemente grande para llevar su peso, dotado de una válvula de llenado y vaciado. Después adquirió una botella de helio de globos de fiestas y transfirió su contenido a otra vacía de CO2 para cerveza, intentado que al ser encontrada pasara desapercibida. Con la ayuda de su cómplice, la joven bailarina, entraron en el antiguo campo de aviación de Tablada, desde donde despegó en parapente, arrastrado por el coche con torno. Llevaba consigo el globo plegado, la bombona, las tijeras y el material de escalada. El poco peso de la lamina de polipropileno del globo le permitió volar con la carga.
Con viento a favor, planeó sin problemas hasta cuartel de Eritaña, aterrizando silenciosamente en su azotea sin ser visto. Un mono de vuelo negro y el parapente transparente, casi invisible, lo hizo posible. Conseguido el CD tras rapelar por el ojo de patio, cortó en trocitos el parapente, lanzando al viento los inocentes retales e infló el globo con el helio, que dejó amarrado al pomo de una puerta. La bombona casi bacía fue depositada en el fondo del patio, usando una cuerda con un lazo que se soltaba desde arriba, para simular un despiste del cantinero. Finalmente, enganchó el arnés de parapente al globo, lo liberó de su amarre y se dejó arrastrar por el viento hasta llegar a las afueras de la ciudad. La cuerda de escalada, cortada a trozos según convenía, le servía de lastre. Descendió abriendo la válvula del globo y fue recogido por la bailarina, a la que le entregó el valioso CD.
Meses después obtuve permiso para visitar al excabo en la prisión militar.
-¿Porqué te metiste en esos líos, con la buena hoja de servicios que tenías, Julián, y el prometedor futuro que te esperaba?
- Por mi afición al vuelo, señor, por mi afición. ¡Cada vez que estaba en los brazos de Yasmina, volaba, señor, volaba!
En el cuartel renovaron las medidas de seguridad y me liberaran de mi compromiso de confidencialidad, por eso te puedo contar este suceso.
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